El viaje de Andrew contra el cáncer

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Andrew Antonacci // 30 Stories Campaign™ // Sensibilización sobre el cáncer de tiroides

Todo empezó cuando noté un aumento de tamaño de los ganglios linfáticos del cuello. Acudí a mi médico de cabecera, que me dijo que no era nada preocupante, y luego a un otorrinolaringólogo para una segunda opinión, que también me dijo que no era nada, solo un nódulo benigno.

Me dijeron que era 'uno de los mejores cánceres que se pueden padecer', pero seguía teniendo cáncer... no fue fácil hacerme a la idea.

En 2021 empecé a ir a un nuevo médico de atención primaria. Se dio cuenta de que tenía los ganglios inflamados y me dijo que quería que me los examinara. No le di mucha importancia, ya que otros especialistas me habían dicho que no era nada. Sin embargo, después de hacerme biopsias, me dijeron que tenía cáncer de tiroides que también se había extendido a los ganglios linfáticos. Me tranquilicé cuando me dijeron que era "uno de los mejores cánceres que se pueden padecer", pero seguía teniendo cáncer, y no fue fácil hacerme a la idea.

Estaba nerviosa por los siguientes pasos, sobre todo por ver si se había extendido a algún otro lugar aparte de los ganglios linfáticos. Una semana después, me hicieron un TAC que confirmó que el cáncer no se había extendido a los pulmones ni al estómago, lo cual fue un alivio absoluto.

Sabía que aún necesitaba cirugía y tratamiento adicional, y aunque fue un proceso intimidante, el equipo que me ayudó en todo no podría haber sido mejor. Se mostraron relajados y reconfortantes, e hicieron que pensar en lo que me esperaba fuera mucho más llevadero.

...la recuperación no fue fácil, especialmente el dolor de garganta, la opresión y el entumecimiento en el lado derecho del cuello y el dolor al comer.

Rápidamente programé la operación y en cuestión de semanas estaba en la mesa de operaciones. Aunque se desarrolló según lo previsto y fue un éxito, la recuperación no fue fácil, sobre todo por el dolor de garganta, la opresión y el entumecimiento en el lado derecho del cuello y el dolor al comer.

Durante buena parte del mes siguiente estuve comiendo sobre todo alimentos blandos, dadas las molestias, y me costaba mover el cuello. También desarrollé una especie de impedimento para hablar, que me asustó. No sabía si sería permanente y no estaba preparada para afrontarlo; sin embargo, al cabo de un mes más o menos, el impedimento del habla desapareció, junto con el dolor al comer. También me quedó una cicatriz bastante fea desde la oreja derecha hasta el lado izquierdo del cuello, pero se curó increíblemente bien, gracias al impresionante trabajo realizado en el quirófano.

...experimenté el síndrome del primer bocado... básicamente un dolor agudo cada vez que daba el primer bocado a la comida.

Otro efecto secundario que experimenté fue el síndrome del primer bocado, que consistía básicamente en un dolor agudo cada vez que daba el primer bocado a la comida (todavía no entiendo por qué me pasaba y no era divertido). Me dijeron que el tiempo que podía durar el dolor podía variar bastante de una persona a otra, pero en mi caso tardó unos 18 meses en remitir.

Como la mayoría de los pacientes con cáncer de tiroides, unos meses después de la operación me sometí a un tratamiento con yodo radiactivo (RAI), que no fue tan malo dado que no experimenté ningún efecto secundario. No obstante, fue toda una experiencia. Los especialistas que me administraron la píldora utilizaron unos alicates para abrir un recipiente de alta resistencia, usaron estos alicates para introducir la píldora en un vaso y me dijeron que me tragara la píldora directamente del vaso. 

...estoy rodeada de gente que me quiere y me apoya, y eso lo hace todo mucho más fácil.

Me dijeron que hiciera lo que hiciera, no cogiera la píldora, lo que me hizo gracia teniendo en cuenta que la ingeriría en breve. Algo que me ayudó mucho durante esta parte del tratamiento fue mantenerme hidratada y comer toneladas de caramelos ácidos, que mantenían mis glándulas salivales funcionando correctamente.

Cada seis meses después de este tratamiento, me hacían ecografías para asegurarse de que no había aparecido nada malicioso o inusual. Los escáneres y las ecografías muestran que no hay nada de qué preocuparse. Ni que decir tiene que estoy muy agradecida a los médicos y enfermeras que me atendieron. Eran (y son) personas increíbles, y supe que estaba en buenas manos desde el principio.

Aprendí mucho sobre mí misma... y aunque no fue fácil... salí fortalecida.

Una de las principales conclusiones de este viaje fue que estoy rodeada de gente que me quiere y me apoya, y eso hizo que todo fuera mucho más fácil. Recibí mucho apoyo de mucha gente, y no sé si habría podido hacerlo sin ellos.

Aprendí mucho sobre mí misma durante el diagnóstico, la operación y el tratamiento, y aunque no fue fácil, puedo decir que salí fortalecida.

Cáncer de cabeza y cuello - La Fundación THANC

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