Plan de Tratamiento

Vigilancia activa del cáncer de tiroides de bajo riesgo

Los nódulos tiroideos de menos de 1 cm y los cánceres de tiroides de pequeño tamaño (menos de 1 cm), que no muestran indicios de afectación de los ganglios linfáticos y que no están localizados en la superficie posterior de la glándula (cerca del nervio laríngeo recurrente) se consideran "cánceres de tiroides de bajo riesgo" y pueden optar a someterse a vigilancia activa. La vigilancia activa consiste en que los médicos siguen de cerca el estado del tiroides o el cáncer de tiroides de un paciente a lo largo del tiempo sin administrarle ningún tratamiento. Los médicos intervendrán con tratamiento si hay indicios de que el cáncer ha crecido o si el estado del paciente empieza a cambiar.  

Otro término para la vigilancia activa es "espera vigilante". Con la vigilancia activa, algunos pacientes pueden evitar la cirugía, ya que su cáncer puede permanecer pequeño y no llegar a crecer hasta un tamaño preocupante. Los estudios han demostrado que se trata de una opción muy razonable para los nódulos tiroideos de menos de 1 cm, e incluso para aquellos nódulos que parecen cancerosos según las características ecográficas o que son cáncer papilar de tiroides comprobado mediante biopsia.

Cirugía 

Para los nódulos de más de 1 cm con características preocupantes en la ecografía y resultados de biopsia sugestivos de cáncer, la cirugía es la opción de tratamiento preferida. Ocasionalmente, en casos seleccionados con nódulos grandes y sintomáticos de más de 4 cm, se puede optar por la cirugía sin necesidad de realizar una biopsia para confirmar el cáncer de tiroides. La extensión de la cirugía dependerá de múltiples factores, incluyendo el tamaño del tumor, el tipo histológico, la localización y la afectación de ganglios linfáticos regionales o estructuras locales.

Posibles cirugías

  • Hemitiroidectomía.
    Se trata de la extirpación de uno solo de los lóbulos tiroideos. Una hemitiroidectomía puede ser considerada para algunos cánceres pequeños (menos de 4 cm) sin evidencia de un tumor en el lóbulo restante y sin evidencia de afectación de los ganglios linfáticos regionales en los estudios de imagen. El lóbulo restante debe ser seguido de cerca con ecografías de rutina después de la cirugía. Es importante señalar que este procedimiento sólo se elige para los cánceres de tiroides de bajo riesgo sin signos de invasión a otros tejidos. Los objetivos de este procedimiento son preservar el tejido tiroideo sano y evitar la necesidad de terapia de reemplazo de hormona tiroidea de por vida.
  • Tiroidectomía total.
    Se trata de la extirpación de toda la glándula tiroides. Se realiza en tumores de mayor tamaño (más de 4 cm), cuando hay nódulos en ambos lóbulos o si parte del tratamiento incluirá la administración de yodo radiactivo (RAI).
  • Disección del cuello de los ganglios linfáticos del compartimento central.
    Se trata de un tipo de disección del cuello, que implica la eliminación de los ganglios linfáticos del compartimiento central, incluidos los ganglios linfáticos junto a la tráquea y delante de la laringe. Esto puede ser recomendado si un paciente tiene cáncer conocido en la glándula tiroides o nódulos linfáticos agrandados en el área.
  • Disección de ganglios linfáticos del compartimento lateral del cuello.
    Este es un tipo de disección del cuello, que implica la eliminación de los ganglios linfáticos de los lados del cuello. Esto se haría si se sabe que el cáncer se ha extendido a esa zona. 
  • Cirugía de revisión de tiroides.
    Se trata de una cirugía adicional, o re-operación, en el lecho de la tiroides o en los sitios de los ganglios linfáticos, que podría ser necesaria si hay evidencia de que el cáncer ha recurrido, o ha regresado. La recurrencia se puede detectar en estudios de seguimiento por imágenes o análisis de sangre.

Aprenda más sobre la cirugía de la tiroides.

Terapia de supresión de la TSH

Después de una tiroidectomía total, los pacientes deberán someterse a un reemplazo de hormona tiroidea de por vida. La TSH (Hormona Estimulante de la Tiroides) es una hormona producida por el cerebro para estimular el crecimiento del tejido tiroideo y la producción de la hormona tiroidea. Cuando la glándula tiroidea es removida, el cuerpo es incapaz de producir la hormona tiroidea de forma natural. Por lo tanto, el cerebro comenzará a producir más TSH para tratar de aumentar la producción de la hormona tiroidea. Sin embargo, una TSH elevada también puede estimular el crecimiento del tejido tiroideo remanente, lo que podría aumentar el riesgo de cáncer de tiroides recurrente. 

Después de la cirugía, la terapia de supresión de la TSH puede utilizarse para disminuir el riesgo futuro de recurrencia de la enfermedad del paciente. En este tipo de terapia, los pacientes reciben una dosis de hormona tiroidea (levotiroxina) mucho mayor de la necesaria para satisfacer las necesidades de su cuerpo. Dar esta dosis "más grande de lo necesario" indica al cerebro que deje de producir TSH (ya que ya hay más que suficiente hormona tiroidea en el cuerpo), y por lo tanto previene el crecimiento de tejido tiroideo adicional. Cuando se combina con la cirugía y el RAI (cuando es necesario), este tratamiento ha demostrado que reduce el riesgo de recurrencia del cáncer de tiroides. Los efectos secundarios de este tratamiento incluyen un latido cardíaco rápido e irregular y una pérdida de densidad ósea, lo que conlleva un mayor riesgo de fracturas. Los médicos evaluarán los niveles de TSH de un paciente, junto con otros factores clínicos, para determinar los niveles óptimos de supresión de la tiroides para cada paciente individual.

Radiación 

La radiación para el cáncer de tiroides viene en dos formas principales: yodo radiactivo (RAI) y radioterapia de haz externo.

Uso de Yodo Radioactivo

La principal función del yodo en el cuerpo es ser usado por las células tiroideas para producir hormona tiroidea. Las células tiroideas utilizan esencialmente todo el yodo del cuerpo para la producción de hormonas. Las células cancerosas de la tiroides bien diferenciadas también tienen la capacidad de absorber el yodo, al igual que las células tiroideas sanas. El tratamiento con yodo radiactivo (I-131) consiste en administrar I-131 (un isótopo radiactivo de yodo) a un paciente ya sea como bebida o en una cápsula. El yodo radiactivo es absorbido por las células tiroideas, tanto las sanas como las cancerosas. Dado que es radiactivo el yodo, dañará las células de la tiroides e impedirá que crezcan. Este yodo radiactivo afectará a todas las células de la tiroides, sin importar en qué parte del cuerpo se encuentren, pero no dañará el tejido normal. Este tratamiento sólo se da a los pacientes que se han sometido previamente a una tiroidectomía total...porque estos pacientes no deberían tener ningún tejido tiroideo sano restante. Esto significa que cualquier tejido tiroideo existente es probable que sea canceroso. En estos casos, el yodo radiactivo es útil porque el I-131 dañará las células cancerosas de la tiroides y evitará que crezcan, sin afectar a ninguna otra célula del cuerpo. Más información sobre la terapia de yodo radiactivo para el cáncer de tiroides.

Radioterapia de haz externo

Si bien sigue siendo la norma de atención en muchos cánceres de cabeza y cuello, la radiación de haz externo no suele recomendarse para el cáncer de tiroides. Para los cánceres de tiroides bien diferenciados, se prefiere el yodo radiactivo porque es una forma de radiación más selectiva que ataca sólo a las células tiroideas y tiene menos efectos secundarios que la radiación de haz externo.

La radioterapia de haz externo podría considerarse en las siguientes circunstancias: 

  • Los pacientes que son mayores de 55 años y tienen Enfermedad T4 (extensión extratiroidea bruta). 
  • Los pacientes que tienen un cáncer agresivo que no se puede resecar completamente y no es sensible al yodo radiactivo (ya sea en el cuello, en el lecho tiroideo o en la enfermedad recurrente). 
  • Los pacientes que tienen un metástasis a distancia que causa síntomas importantes y no puede resecarse quirúrgicamente (por ejemplo, en la columna vertebral, el cerebro o el tórax). 

Quimioterapia y medicamentos biológicos

En la actualidad, se han realizado muy pocas investigaciones sobre el uso de la quimioterapia como tratamiento para el cáncer de tiroides bien diferenciado. Para los pacientes que tienen una enfermedad persistente a pesar de los tratamientos convencionales (cirugía, terapia supresora de la TSH y RAI), las opciones de tratamiento adicionales incluyen la observación atenta (mencionada anteriormente) y la quimioterapia sistémica. El objetivo de la quimioterapia es estabilizar, o ralentizar, la progresión de la enfermedad metastásica. En otras palabras, intenta evitar que la enfermedad se extienda por todo el cuerpo. La quimioterapia se considera un fármaco modificador de la enfermedad porque se espera que detenga su progresión, pero no se espera que mejore el pronóstico de la enfermedad ni que proporcione una cura. Las drogas quimioterapéuticas pueden tener efectos tóxicos significativos que pueden variar según el agente quimioterapéutico específico utilizado y la dosis administrada. Por lo tanto, es importante limitar el uso de los tratamientos sistémicos sólo a los pacientes que corren un riesgo significativo de morbilidad o mortalidad debido a una enfermedad avanzada. 

Si la enfermedad recurrente es evidente después del tratamiento estándar, se pueden ofrecer otras terapias de tratamiento local. Estos otros tratamientos pueden ser capaces de mejorar la calidad de vida de un paciente cuando su enfermedad es sintomática. Si la enfermedad continúa progresando a pesar de todas las opciones terapéuticas mencionadas anteriormente, se pueden ofrecer medicamentos quimioterapéuticos a determinados pacientes mediante ensayos clínicos. 

Terapia adyuvante

Para más información sobre nuevas terapias para el cáncer de tiroides, hable con su médico. Obtenga más información sobre la terapia complementaria para los cánceres de tiroides (incluyendo radiación, terapia hormonal y quimioterapia).

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