El viaje de Denise contra el cáncer

Descubra el inspirador viaje de Denise a través de sus múltiples batallas contra el cáncer y aprenda cómo la esperanza, el positivismo y el apoyo marcan la diferencia.

30 historias en 30 días™ // Abril 2023

Cinta contra el cáncer de cabeza y cuello

En 2012, sentí algo extraño en un lado de la lengua. Fui a ver a mi dentista, que me remitió a un cirujano oral. Ese cirujano tomó una pequeña biopsia de un tumor en el lateral de mi lengua, que mostró que este tumor era canceroso. Me remitieron a un renombrado cirujano otorrinolaringólogo y me sometí a mi primera intervención quirúrgica para extirpar el tumor. En 2015, tuve una recidiva de la que me recuperé. Durante cinco años estuve libre de cáncer, pero entonces se desató el infierno. 

En 2020 empecé a notar molestias en la boca, concretamente en la mandíbula, los dientes y la lengua. Desde entonces me han operado seis veces. Operarme de cáncer de garganta fue lo peor, ya que los cirujanos tuvieron que romperme la mandíbula para extirparme el tumor. Me sometí a radioterapia y más tarde desarrollé osteorradionecrosis en el lado izquierdo de la mandíbula. Después me pusieron placas de titanio para reconstruir la mandíbula, lo que supuso una operación de 10 horas. Me hubiera gustado estar cómodo en casa, en lugar de pasar 14 días en el hospital la primera vez y 10 días la segunda después de la operación. Pero hay que seguir adelante: el fracaso no es una opción. 

Uno de mis momentos más bajos fue cuando un cirujano me dijo que mi tumor era inoperable. Me dijeron que la única opción era empezar con quimioterapia y radioterapia (otra vez) para reducir el tumor antes de la operación. Yo sabía lo mala que era la radiación y no quería hacerlo. En cuanto hablé con el cirujano, no estuve de acuerdo con él. Como sabía que no era lo más adecuado, pedí una segunda y una tercera opinión, y finalmente volví al otorrino que me había operado inicialmente. Le conocía y confiaba en él, ya que me había ayudado a superar tantas operaciones y cánceres. Confiaba en que me cuidaría y me ayudaría a sobrevivir.

Pero hay que seguir adelante: el fracaso no es una opción.

Mi cirujano me animó a recabar opiniones de muchas especialidades distintas, lo que me hizo sentir más cómoda a la hora de operarme. No cabe duda de que tenía miedo y dudaba de si estaba haciendo lo correcto o no, pero mis amigos, mi familia, mi cirujano y mi equipo me hicieron sentir que podía hacerlo. 

La recuperación tras la operación no fue tan mala. Rara vez tomé analgésicos y lo único moderadamente doloroso fue el injerto de piel. En general, lo más difícil fue no poder tragar bien y tener que volver a aprender a hacerlo. Durante la operación me quitaron algunos dientes y no puedo masticar bien. Me pusieron un obturador palatino e implantes dentales, pero llevo tres años sin comer alimentos sólidos. Comer es una necesidad humana tan básica, y no poder hacerlo es muy difícil. A veces me limito a oler la comida para tener alguna idea cuando las ansias se vuelven abrumadoras. 

Después de todo esto, le pregunté a mi cirujano ¿por qué? "¿Por qué me siguen saliendo estas cosas? ¿Qué me pasa?". Mi padre tuvo un tumor del tamaño de una pelota de béisbol en el cuello a principios de los 80 y necesitó radiación, así que pensé que quizá yo tenía alguna predisposición genética de él. Fumaba y bebía a los 20 años, así que pensé que eso podría haber aumentado mi riesgo. Pero nunca volví a hacer ese tipo de cosas después de tener a mi primer hijo a los 26 años. El cirujano no pudo darme una respuesta definitiva a por qué me seguían apareciendo estos cánceres.

Tienes que decirte a ti mismo que puedes hacerlo, y rodearte de gente que te lo recuerde cuando lo olvides. 

No creo que pueda decir que he alcanzado mi punto más alto todavía. Quizá cuando me quiten la sonda PEG, ese será mi punto álgido. Como "hacedora" que quiere acabar con todo esto de una vez, es difícil ser paciente cuando los progresos no se producen tan rápido como me gustaría. Pero mi consejo es: pase lo que pase, hay que seguir adelante y tener esperanza. Recuerdo que pensaba: Me guste o no, me han tocado estas dificultades y tengo que sobrevivir. 

Tienes que decirte a ti mismo que puedes hacerlo, y rodearte de personas que te lo recuerden cuando lo olvides. Aprovecha el poder del pensamiento positivo, la oración y la espiritualidad para salir adelante. Sólo tienes que seguir adelante, no te sirve de nada pensar en ello.

Recuérdate que, aunque no sea fácil, es temporal. Hubo momentos en los que quise quedarme en la cama, taparme con las sábanas y esconderme. Si tienes un mal día, ¡hazlo y desahógate! Porque al día siguiente ya lo habrás hecho, así que te darás cuenta de que no tiene sentido volver a hacerlo.

Recuerda que no solo luchas por ti, sino por todos los que te quieren. Quieren que te quedes aquí con ellos.

Lo más importante es encontrar el apoyo que necesitas para superarlo. Mis amigos y mi familia me decían que podía hacerlo, y tener un perro fue una decisión increíble. Cuando estoy disgustada, jugar con el perro me hace sentir mejor. Además, leer blogs como este sobre otras personas que han pasado por lo mismo me hizo darme cuenta de que no estaba sola. Todas esas cosas me hicieron seguir adelante. Recuerda que no solo luchas por ti, sino por todos los que te quieren. Quieren que te quedes aquí con ellos. Así que no lo hice tanto por mí como por ellos. Mi equipo de cuidados, mi familia, mis amigos y mi fe siguen sacándome adelante. Veo lo duro que es para mi marido, y le estoy agradecida. 

De mi marido a otros cuidadores

Sin duda experimentarás enormes frustraciones y tendrás que luchar para superarlas. Tus frustraciones también son las suyas, no están separadas. Cuando te enfades o te sientas frustrado, aléjate, cambia de tema y ocúpate de ello mañana. El problema seguirá ahí, pero con otros ojos.

Cáncer de cabeza y cuello - La Fundación THANC

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Para alguien a quien le acaban de diagnosticar un cáncer, leer las historias de otros cuidadores y supervivientes puede servir de inspiración.

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