El viaje de Brenda contra el cáncer

Descubre el inspirador viaje de Brenda a través del cáncer de lengua y cómo su sonrisa brilla más que nunca. Lee su historia de esperanza y resistencia.

Brenda // 30 Stories Campaign™ // Sensibilización sobre el cáncer de boca

Antes de que me diagnosticaran un tipo raro de cáncer de lengua (estadio 3), me enorgullecía mucho de mi elocuencia al hablar. Como hablante no nativo de inglés, siempre recibía cumplidos por lo bien que hablaba. Me comunicaba excelentemente con un inglés claro. Eso cambió después de mi tratamiento. La cirugía -seguida de quimioterapia y radioterapia- afectó negativamente a mi forma de hablar. 

Pasé por un torrente de emociones tras perder la capacidad de hablar bien. Sentía vergüenza. Me mantenía alejada de la gente y apenas hablaba a menos que fuera absolutamente necesario. Luché con este sentimiento de incapacidad durante muchos meses, pero con terapia continua, ánimos y oraciones, mi habla mejoró gradualmente. Tuve que volver a aprender a hablar gracias a la logopedia. Aceptarlo como un camino que debía recorrer marcó un punto de inflexión para mí.

Me di cuenta de que puede que mi forma de hablar nunca vuelva... En medio de esta toma de conciencia, me apoyé en una profunda comprensión y creencia de que... cómo hablo no me define.

Me di cuenta de que quizá nunca recuperaría el habla o, como mínimo, tardaría mucho tiempo en recuperarla. Al darme cuenta de esto, me apoyé en una profunda comprensión y creencia de que mi elocuencia, o cómo hablo, no me define. Mi valor viene de mucho más, y todavía tengo mucho que ofrecer a mi familia, amigos y colegas. 

Ya no hablo mucho. Pero cuando hablo, he descubierto que me da tiempo para prestar atención a lo que digo y a cómo lo digo. Eso hace que las palabras que salen de mí sean preciosas.

Con un tono muy serio me miró y me dijo: 'Tengo una pregunta para ti, Brenda'. ...Me preguntó: '¿Cómo es que sigues teniendo una sonrisa tan increíble?'. Esas palabras nunca me han abandonado.

Como se puede imaginar, mi viaje con el cáncer tuvo altibajos. Sin embargo, recuerdo inmediatamente un momento en el que me sentí fuerte. Durante una visita regular al médico, tenía programada la retirada de la sonda de alimentación que me sirvió de salvavidas durante algunos meses. Me sentía nerviosa pero contenta de que por fin me quitaran la sonda. Tras retirar la sonda, el médico se sentó en su sitio habitual.

Con un tono muy serio me miró y me dijo: "Tengo una pregunta para ti, Brenda". En ese momento no estaba segura de lo que me iba a preguntar. Me preguntó: "¿Cómo es que sigues teniendo una sonrisa increíble?". 

Esas palabras nunca me han abandonado. Fue como si el Señor me afirmara y dijera: "eres hermosa, importas y estarás bien". Por un momento, olvidé lo cansada y ansiosa que me sentía apenas unos minutos antes. 

Momentos así han hecho más ligeros los momentos pesados. Como cuando no podía comer ni hablar, o cuando tenía que depender de mi familia y amigos íntimos para que me alimentaran con la sonda, o cuando necesitaba que me bañaran, o cuando sólo podía comunicarme por escrito. Estas experiencias me hicieron sentir humilde. Me hicieron apreciar las cosas que antes daba por sentadas, como masticar y tragar los alimentos. 

A veces me pregunto por qué tuve que padecer cáncer. A veces me siento frustrada cuando todavía me cuesta hablar y comer... Me tomo cada minuto, cada día a la vez.

Todo en mi vida lo considero un milagro...todo. Todos los días cuento mis bendiciones: mi querido marido, mis hijos, mis amigos íntimos, mis colegas y mis pastores. Pienso en los sacrificios que han hecho por mí y que siguen haciendo, en las oraciones que han hecho por mí, y sé que soy muy bendecida.

A veces me pregunto por qué tuve que padecer cáncer. A veces me siento frustrada cuando todavía me cuesta hablar y comer. Desde luego, no ha sido fácil vivir todos estos cambios. Algunos días son ciertamente buenos. Otros, no tanto. Me tomo cada minuto, cada día a la vez. Lloro cuando me siento mal, pero intento ser positiva. Me apoyo en el Señor para que me fortalezca cada día, y cuando esas preguntas inundan mi corazón, le pido que sane mi corazón. Ciertamente, las cosas no han seguido igual para mí, pero sólo pueden mejorar cada mañana que me levanto y veo un nuevo día.

El buen Dios sigue siendo mi fuente y mi esperanza. Hoy estoy viva porque siento que Dios me ha preservado. Mi marido y mis hijos me dan la fuerza y la voluntad para levantarme y mantenerme fuerte. Los miro y veo todas las razones por las que debo mantenerme fuerte y viva. Mi equipo médico de apoyo me ha acompañado en los momentos más difíciles de mi vida. Pienso en su compromiso para que me recupere y sé que debo trabajar duro para mejorar.

Incluso ahora, sé que el camino a seguir presenta desafíos. El cáncer te agota física, emocional, espiritual y mentalmente. Pero a lo largo de todos estos problemas, me animé a mí misma y a los demás a mostrar gracia y bondad interior. Llora si es necesario. Acepta toda la ayuda que puedas recibir de tu familia y amigos. Y, sobre todo, no vivas para mañana, porque te quitará toda la energía y la alegría de hoy. Vive cada día como viene y permítete sanar a través de todo ello.

Cáncer de cabeza y cuello - La Fundación THANC

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