El viaje de James contra el cáncer

Descubra cómo James superó el cáncer de mejilla con humor y tomando decisiones difíciles. Lee sobre su inspirador viaje hacia la normalidad con esperanza y su buena dosis de compota de manzana.

James // 30 Stories Campaign™ // Sensibilización sobre el cáncer de boca

Ya había luchado dos veces contra el cáncer, una en el pulmón y otra en el tabique nasal. Un día, al notar una sensación extraña en la mejilla derecha, consulté al médico que me había tratado el cáncer nasal. Me hizo una biopsia y me dio buenas y malas noticias. La mala: descubrió que era cáncer. La buena noticia: era curable. Me aconsejó que acudiera a un especialista de inmediato.

Al principio era reacio a viajar a la ciudad, pero mi hijo me convenció para que lo hiciera. No soy un "hombre de ciudad", pero sabía que era algo que tenía que hacer. Tras consultar con el especialista y conocer los riesgos y beneficios, me sentí confiado y preparado para la operación, sin molestarme siquiera en preguntar por las consecuencias de la inacción.

La recuperación en casa consistió en empezar con purés y hacer frente a la dificultad para hablar.

Los médicos me diagnosticaron un carcinoma de células escamosas del trígono retromolar derecho y de la mucosa, la zona que recubre la parte posterior de la boca justo después del último molar. El tratamiento consistió en una intervención quirúrgica integral para extirparme una gran parte de la mejilla derecha. Esto requirió posteriormente una reconstrucción con un colgajo, que es el movimiento de tejido de una parte de mi cuerpo para sustituir la zona de mi mejilla. Pasé una semana en el hospital, durante la cual tuve que utilizar una sonda nasogástrica, esperando ansiosamente el alta para volver a casa.

La recuperación en casa consistió en empezar con purés y hacer frente a las dificultades para hablar. Con el tiempo, gracias al trabajo con un fisioterapeuta, un logopeda y una enfermera, fui recuperando poco a poco el habla y la movilidad.

Puede que mi dieta no sea la más sana, pero mi apetito ha mejorado notablemente.

Ahora vuelvo a sentirme como siempre, aunque de vez en cuando experimento reagudizaciones de los síntomas. Entre ellos, la incapacidad de mover la boca por completo, de abrir la mandíbula por completo y los dolores bucales, que se han convertido en parte de mi nueva normalidad. Sigo haciendo mis ejercicios bucales con diligencia. Puede que mi dieta no sea la más sana, pero mi apetito ha mejorado considerablemente. Echo especialmente de menos comer filetes, pero estoy progresando y espero poder disfrutar pronto de un filete de tomahawk entero sin problemas.

Tras la operación, el equipo médico me sugirió otros tratamientos, como quimioterapia y radioterapia. Me explicaron que estos tratamientos podían ser rigurosos y físicamente agotadores, con importantes efectos secundarios que podrían afectar negativamente a mi calidad de vida y mi bienestar general. Con un conocimiento claro de los posibles riesgos y beneficios, decidí dar prioridad a mi calidad de vida. Tanto mi equipo clínico como mi familia apoyaron esta decisión. Con la edad, la opción de pasar tiempo de calidad con mi familia hizo que abstenerme de seguir con el tratamiento fuera una decisión inequívoca.

A quienes se enfrenten a retos similares, les recomiendo que busquen un médico experto en su enfermedad.

A lo largo de mi recuperación, mi hijo ha sido un increíble pilar de fortaleza, ofreciéndome un apoyo inquebrantable en cada paso del camino. Se aseguró de que escuchara y siguiera los consejos de mi médico, desempeñando un papel fundamental en mi camino hacia la recuperación. Por ejemplo, se aseguró de que siguiera con mis ejercicios de fortalecimiento de la boca para ayudarme a aumentar la amplitud de movimiento de la boca. Su presencia ha sido reconfortante e indispensable, desde llevarme a mis citas hasta simplemente estar ahí siempre que necesitaba a alguien en quien apoyarme. 

Mi mujer también ha sido una enorme fuente de apoyo, proporcionándome ayuda emocional y física con una dedicación inconmensurable. Juntos han creado un entorno de cuidados y aliento que ha sido esencial para mi bienestar.

¿La parte más difícil? El exceso de compota de manzana. Lo que empezó como una recomendación dietética pronto se convirtió en un símbolo humorístico, aunque difícil, de mi proceso de recuperación. Este detalle aparentemente menor, la abundancia de compota de manzana, se convirtió en un recordatorio desenfadado de los retos y ajustes diarios a los que nos enfrentábamos. 

...el camino hacia la recuperación... es una colaboración entre usted y su profesional sanitario... la comunicación abierta y el respeto mutuo allanan el camino hacia mejores resultados.

A quienes se enfrentan a retos similares, les recomiendo que busquen un médico experto en su enfermedad. Además, es esencial crear una relación cálida y de confianza con el médico. Comprométase a confiar en el proceso y mantenga la fe durante todo el proceso. Establecer una relación de confianza con su proveedor, anclada en el respeto mutuo, resulta crucial. 

Creo firmemente en el poder de las relaciones sólidas para fomentar la confianza en esos momentos. Recuerde que el camino hacia la recuperación o la gestión de su enfermedad es una colaboración entre usted y su profesional sanitario, en la que la comunicación abierta y el respeto mutuo allanan el camino hacia mejores resultados.

Cáncer de cabeza y cuello - La Fundación THANC

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