El viaje de Jerry contra el cáncer

Lea la inspiradora historia de Jerry: cómo superó un cáncer de laringe, cómo encontró nuevas esperanzas en sus amistades y cómo un encuentro fortuito con un cachorro le cambió la vida.

Jerry // 30 Stories Campaign™ // Sensibilización sobre el cáncer de boca

Mi trayectoria oncológica comenzó hace 25 años con un diagnóstico de cáncer de laringe. Tras el diagnóstico, me sometí a una laringectomía total y se me practicó una punción traqueoesofágica (TEP). Esta intervención me permitió volver a hablar después de que los cirujanos me extirparan la laringe. Al mismo tiempo, sufrí una pérdida personal. Mi suegra, a la que me unía un estrecho vínculo, falleció en un cruel giro del destino la misma semana en que me sometí a una intervención quirúrgica mayor. 

Después de salir del hospital, mi regreso a casa se caracterizó por una cálida reunión familiar en un querido restaurante local. Allí, el dueño, reconociendo las limitaciones de lo que podía comer, me sirvió cuidadosamente puré de patatas. Durante esos primeros y difíciles días, mis tíos y tías fueron pilares de apoyo y me proporcionaron purés para facilitar mi recuperación.

...mi lucha contra el cáncer... se entrelazó con mi historia como veterano de Vietnam...

Mi batalla contra el cáncer comenzó con una pesada carga de autoculpabilidad. A pesar de no ser un fumador empedernido, la culpa por mi hábito de fumar me perseguía profundamente. A esta culpa se sumaba un profundo sentimiento de vergüenza por mi cambio de voz, hasta el punto de que dependía de mi mujer para que hablara en mi nombre. Sin embargo, mi lucha contra el cáncer no fue algo aislado, sino que estaba entrelazada con mi historia como veterano de Vietnam y mi exposición al agente naranja. Esta exposición añadió una compleja capa a mis problemas de salud, haciendo que mi lucha contra el cáncer no fuera sólo una batalla contra la enfermedad, sino también una confrontación con mi pasado.

El viaje fue aislante al principio. Evitaba hablar incluso con mis hijos y me comunicaba a través de mi mujer. Sin embargo, a los tres meses empecé a recuperar mi independencia, aunque hace poco una operación de rodilla supuso un nuevo reto para mi movilidad, por el que sigo trabajando y luchando.

Las conversaciones telefónicas siguen siendo un reto para mí, dada la incertidumbre sobre mi voz. Entre los muchos obstáculos, una experiencia especialmente memorable -y en cierto modo humorística, aunque desalentadora- tuvo que ver con un calefactor durante un frío invierno. Me costaba respirar por la sequedad del aire y la falta de humedad, lo que supuso otro reto imprevisto en mi nueva normalidad. En medio de todo esto, mi mujer y yo encontramos consuelo y comprensión en un grupo de apoyo de Facebook para cuidadores. Esta comunidad se convirtió en un faro de consuelo, mostrándonos que no estábamos solos en nuestro viaje.

...usando una electrolaringe para comunicarse... Mis sobrinas y sobrinos me apodaban cariñosamente Tío Rana...

Ante la perspectiva de volver a trabajar en un instituto local, contemplé la posibilidad de la incapacidad debido a mis temores sobre las reacciones de los alumnos. Empecé a trabajar de noche, utilizando una electrolaringe para comunicarme, para evitar la interacción. Con el tiempo, sin embargo, los alumnos y yo nos adaptamos los unos a los otros. Un momento decisivo fue cuando una niña curiosa en la tienda de golosinas me preguntó por mi voz, lo que me llevó a aceptar mi condición con humor y aceptación. Mis sobrinas y sobrinos incluso me apodaron cariñosamente Tío Rana, un apodo que me hizo mucha gracia.

Un capítulo importante de mi recuperación se desarrolló poco después de reanudar los turnos diurnos en la escuela. Una mañana, encontré un cachorro esperando en la puerta del colegio. Llevármela a casa marcó el comienzo de un nuevo capítulo en mi vida. Se convirtió en mi terapia. Con ella a mi lado, empecé a hablar con desconocidos en el parque y a salir más. El destino había intervenido, proporcionándole un hogar cariñoso y un amigo para toda la vida. Esta amistad, que duró 15 maravillosos años, se convirtió en uno de los mejores resultados de mi vida después del cáncer.

Busca a otras personas que estén luchando por lo mismo. La unión hace la fuerza.

Mi primo Anthony, que creció conmigo en Brooklyn, desempeñó un papel fundamental en mi recuperación. Me animó con la historia de un amigo que pasó por una experiencia similar. Anthony me instó a vivir libremente con el mantra: "Estoy vivo, no me importa". Aunque más tarde supe que la historia era ficticia, me animó a reclamar mi vida, a llevar camisetas de tirantes y a disfrutar de mi existencia.

A lo largo de este viaje, me hice amiga de alguien que se enfrentaba a una batalla similar. Nuestro apoyo mutuo puso de relieve la importancia de relacionarse con otras personas en situaciones similares, lo que supuso un gran estímulo. Este viaje me enseñó unas cuantas cosas: la resistencia del espíritu humano (mi espíritu), la fortaleza ante la adversidad y el poder de recuperarse. Busca a otras personas que estén luchando por lo mismo. La unión hace la fuerza.

Últimamente he tenido la suerte de viajar por todo el país y el mundo. Mi mujer y yo visitamos Sicilia cada pocos años para reunirnos con familiares y amigos. En estos viajes, he conocido a muchas personas con experiencias similares, que también se han sometido a laringectomías. Es reconfortante descubrir a otros como yo, y aprecio la oportunidad de ver mundo y compartir estos momentos con mi familia.

Reflexionando sobre los últimos 25 años, me maravillo de la fuerza que he adquirido y del viaje que he recorrido. Vivo el presente abrazando cada día con gratitud y deseo compartir con otros supervivientes de cáncer la resistencia y el poder del espíritu humano. Espero que mi historia pueda ayudar a otros a sentirse más fuertes y capaces de afrontar con valentía los retos que les esperan. 

Te sorprenderá lo fuerte que puedes llegar a ser, ya que mi viaje me hizo más fuerte a mí y a mi familia.

Cáncer de cabeza y cuello - La Fundación THANC

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Para alguien a quien le acaban de diagnosticar un cáncer, leer las historias de otros cuidadores y supervivientes puede servir de inspiración.

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